El 30 de Agosto, el anciano barco que surcaba las aguas de El Puerto de Santa María a Cádiz desde 1955 (precedido por el Adriano I desde 1929 y Adriano II desde 1932) se ahogó en el mar que fue su aliento, no sin antes dar su último servicio turístico ya acabando el verano, como para que nadie le echara nada en cara.
Como al amigo muerto del que te arrepientes no haberle dicho cuánto lo querías, el Vaporcito se me atraganta cada vez que pienso en él. Es de estas cosas que crees que siempre van a estar ahí, y luego el tiempo te recuerda que no hay nada eterno. Varias veces he querido montarme este verano en él para ir a Cádiz o porque si, porque hace varios años que no lo hacía. Y nunca surgió el momento: que si hace viento, que si luego cómo nos movemos por allí, que al acompañante le marea,... Y al final, se me va a quedar la espinita, de no haberme despedido del alma de la bahía.
No es algo exagerado cuando os lo digo, de verdad quería a ese barco, aunque nunca se lo dije. Como tampoco se lo pude decir a la persona que estuvo reparándolo, restaurándolo y cuidándolo como a un anciano al que limpian las llagas, uno de los dos hermanos copropietarios del varadero Guadalete; mi difunto tío Valeriano. ¡Que curioso! Hasta el nombre les hacía juego.
Cuando estaba en varadero, mi tío "Nano" me subía en él, y era sólo para nosotros, solos él, mi tío y yo. Lo vi por última vez un día de feria, 4 días antes de que no fuera nunca más junto a su río. Y justo 4 días hacía que no veía al Vaporcito.
Ahora mi tío José, que lloró la pérdida de su hermano, llora también la pérdida de un trocito de él. De Tarifa vinieron, de un pueblo marinero a otro pueblo marinero. Pero hace tiempo que dejaron de serlo.
Recuerdo cuando los barcos pesqueros se apilaban atracados junto al muelle del Vapor. Cuando que la Virgen de los Milagros se dignase a ser llevada por uno de tus barcos era un privilegio, y no una obligación (ya que con los pocos barcos que hay, les toca llevarla cada 2 o 3 años).
Era por aquella época en la que el primer gran fracaso de El Puerto, Puerto Sherry, estaba todavía en proyecto, y en su lugar estaba una pequeña playa de acantilados rojos y ocres. Aquella época en la que en La Puntilla había casetas rojas de madera, con unas elegantes rayas blancas, en las que compartíamos las tortillas de patatas y los filetes empanados con los "vecinos" de la caseta de al lado. Hoy lo único que he compartido con mi vecino ha sido unas palabras subidas de tono por una colilla en su patio.
Se ahogó Adriano, y así pasará a la larga historia de desgracias recientes de esta ciudad decadente. Aunque, verdaderamente creo, que el Vaporcito, no murió por accidente, decidió quitarse la vida antes de seguir viendo en qué se está convirtiendo su Puerto.
Y para colmo, como el abuelo que no quiere dar problemas a los desagradecidos hijos, decidió hundirse en Cádiz, su segunda casa, porque sabía, que si hubiese muerto aquí, su cadáver iba a pudrirse rodeado de "lisas mojoneras" antes de que en el Ayuntamiento se pusiesen de acuerdo en si lo reflotaba la Junta o ellos y con qué dinero.
Lo que él hubiese querido, es que lo dejasen en el mar. Sus días de museo flotante ya pasaron. Y no me gustaría verlo convertido en una rotonda llena de pintadas, una escultura a la que arrancan la placa, o una tarima desde donde mear mas alto los fines de semana. Dejémoslo que descanse, que ha hecho por El Puerto, mas que ninguno de nosotros.
Gracias Vaporcito, descansa en paz.
EN MEMORIA DE MI OTRO PADRE, MI TÍO "NANO"
Si queréis, colgad este lazo en vuestras webs y perfiles de facebook en apoyo a El Vaporcito de El Puerto. Esperemos pueda ser reflotado y puesto en marcha de nuevo. Desde aquí sugerimos al Ayuntamiento que abra una cuenta para donativos para hacer frente al reflotamiento del Adriano III. Debe volver.
0 comentarios:
Publicar un comentario